Uno puede creer que los peligros de la contaminación ambiental sobre la salud, se encuentran generalmente en nuestras fuentes de trabajo o en las calles, y que en el hogar nos encontramos a salvo de todo esto. No en vano a menudo se escucha la celebre frase “hogar dulce hogar”, haciendo alusión, de alguna manera, a la calidad ambiental en casa.
Irónicamente el nivel de contaminación ambiental dentro del hogar puede ser superior al del exterior, y la presencia de sustancias dañinas en el interior de nuestras viviendas es un hecho cada vez más relevante. Esto puede corroborarse por los datos que frecuentemente se reportan acerca del incremento de enfermedades respiratorias y dermatológicas, inclusive de naturaleza alérgica, que tienen causa domestica.
En nuestras actividades hogareñas, usamos cada vez más diversidad de productos de composición química variada, que facilitan nuestro diario vivir, sin darnos cuenta que muchos de estos tienen consecuencias negativas para nuestra salud. Ejemplos de estos productos son, los limpiadores químicos, solventes, insecticidas, fungicidas, pinturas, ambientadores, desinfectantes, productos químicos antigrasa, combustibles, etc., cuyos componentes químicos pueden ingresar a nuestro organismo por alguna de estas tres vías, inhalación, absorción a través de la piel o ingestión a través de la boca. Un producto químico una vez que penetra en el organismo, puede provocar distintos efectos negativos, que pueden ser inmediatos o a largo plazo, en este último caso los daños pueden no aparecer hasta años después de la exposición a este tipo de producto.
El grupo más grande de contaminantes interiores es el de los compuestos orgánicos volátiles (VOC), que se encuentran en una multitud de materiales que se usan en la construcción y en el mobiliario de una vivienda, por ejemplo el olor distintivo de una casa nueva es causado principalmente por estos compuestos orgánicos volátiles. Uno de estos es formaldehído, líquido de olor bastante desagradable, sus resinas se utilizan en la industria como agentes enlazantes en los materiales utilizados en la construcción y en la manufactura de mobiliario. Estas resinas se degradan lentamente liberando formaldehído libre que puede causar adormecimiento, nauseas, dolor de cabeza y otros malestares respiratorios. Como este existen muchos otros compuestos que son liberados al aire y que respiramos diariamente, con consecuencias a veces mayores, tal es el caso del benceno, conocido cancerígeno humano, cuya fuente importante es la pintura.
Otra causa muy importante de contaminación en la casa, surge de los residuos de combustión, cuya fuente son las cocinas, estufas, calentadores de agua, etc., que usan combustibles de diferente naturaleza, como leña, gas, kerosene, entre varios otros. Entre este tipo de residuos se encuentran gases y partículas nocivas. Algunos de estos gases son el monóxido de carbono y el dióxido de carbono. El dióxido de carbono no es un gas tóxico pero tiene un efecto asfixiante y su concentración llega a ser elevada en espacios muy cerrados, causando fatiga y dificultad de concentración. El monóxido de carbono a diferencia del dióxido es muy venenoso, su toxicidad está relacionada con la capacidad que tiene de unirse a la hemoglobina de la sangre, impidiendo el transporte de oxigeno para el metabolismo. La inhalación de pequeñas cantidades de CO, produce letargo y dolor de cabeza y en casos extremos las consecuencias son funestas.
Otras fuentes de estos gases, son el humo del tabaco, los gases del escape de los automóviles y la respiración humana. La contaminación provocada por los coches es más perjudicial, suelen decir los fumadores, sin embargo, al interior del hogar ambas merecen la misma atención. El humo del cigarrillo contiene cantidades medibles de monóxido de carbono, amoníaco, nicotina, cianuro de hidrógeno y otros. Algunas fuentes revelan que las concentraciones de estos productos son más altas en las corrientes laterales que en la corriente principal. Está por demás el hacer énfasis acerca de las consecuencias del tabaco en la salud del propio fumador y de los fumadores pasivos. Existen muchos estudios que correlacionan las enfermedades respiratorias de los niños con el humo ambiental del tabaco.
Por otro lado para evitar consecuencias al interior de nuestro hogar a raíz de los gases vehiculares, un buen consejo es no dejar encendido el automóvil al interior de un garaje cerrado.
Aunque parece increíble, nuestras familias inclusive pueden estar expuestas a los riesgos de nuestro lugar de trabajo, si llevamos productos químicos u otros contaminantes propios de nuestra actividad laboral en la ropa, el pelo o la piel. Aunque se piense que la cantidad de contaminante que se lleva a la casa en la ropa o la piel es insignificante y no puede ser causa de daño, en realidad día tras día una exposición mínima durante meses se acumula y puede ocasionar consecuencias más graves que una gran exposición.
Finalmente, otro tipo de contaminación aparentemente no importante en nuestro hogar que no podemos ver ni oler, pero si escuchar, es la contaminación acústica o por ruidos, la que es generada muchas veces por los equipos de música usados a niveles de audición que pasan el limite tolerable para el ser humano, provocando consecuencias a corto y a largo plazo.
Como podemos ver, nuestra casa casi siempre no es un refugio seguro ni menos contaminado que afuera, pero esto significa resignación, sino más bien un motivo para tomar ciertas medidas de precaución al respecto.